Para la generación de una tormenta se necesitan dos masas de aire de diferentes temperaturas. Ocurre en un sistema de alta presión, donde aparece un centro de baja presión.
El calentamiento de la tierra origina una corriente de aire
ascendente. Este aire se enfría progresivamente hasta condensarse con la
consiguiente formación de pequeños cumulus.
A diferencia de
las situaciones de buen tiempo, la corriente ascendente no se para y la
nube crece rápidamente en sentido vertical.
El cumulus continúa
creciendo en sentido vertical y está a punto de convertirse en una nube
de tormenta. Cuando alcanza la isoterma de los ºC, las cargas eléctricas
que se han ido generando comienzan a ordenarse dentro de la nube. La
parte superior será positiva y la inferior negativa. Además se comienzan
a formar dentro de la nube grandes gotas o partículas de granizo. La
fuerte corriente ascendente los mantiene en suspensión.
El
cumulus se ha transformado ya en un cumulunimbus que puede llegar a
tener hasta 10 Km. de altura. En su parte superior la temperatura puede
ser muy baja (-20ºC o -30ºC). Esto favorece una intensa sobresaturación
del aire que origina una gran cantidad de gotas de lluvia o de granizo,
algunas de las cuales caerán en forma de precipitación.
La nube
de tormenta se desgasta al desaparecer la corriente ascendente que la
alimentaba. La tierra ya se ha enfriado y fuertes corrientes
descendentes de viento provocan chubascos de gran intensidad que acaban
por deshacer la nube. La tormenta ha acabado y algunas capas de cirros o
cirroestratos serán los únicos restos de este extraordinario fenómeno
de la naturaleza.
La duración de las tormentas es como máximo de una hora, pues cuando el suelo de la tierra se enfría, se deja de generar esta mezcla de aires de diferentes temperaturas.
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